¿Qué ocurre con el patrimonio hidráulico en Mula?
¿Qué ocurre con el patrimonio hidráulico en Mula?
(Artículo de la revista nº41 época III, escrito por José A. López Fernández, Profesor de la Universidad de Córdoba)
Desde hace algunas décadas y, sobre todo, en los últimos años, se está evidenciando la importancia y valía del patrimonio monumental y arqueológico existente en el municipio de Mula. Los grandes exponentes son la villa romana de Los Villaricos, el reciente descubrimiento de los restos de La Almoloya y la recuperación y puesta en valor del Castillo de Los Vélez. En este último caso, son de alabar las manifestaciones realizadas por la población para reivindicar la recuperación de la fortaleza. Igualmente, es loable el esfuerzo que viene realizando la actual administración local para adquirir los derechos de la propiedad.
Interesante es la recuperación del casco histórico de la localidad y de alguno de sus edificios, caso del convento de San Francisco, que hoy acoge, con atino, el Museo de la Ciudad. Junto a ellos, casas solariegas de valor arquitectónico como el Palacio del Marqués de Los Vélez y los templos religiosos: Real Monasterio de la Encarnación de las Monjas Clarisas, Iglesia de Nuestra Señora del Carmen e Iglesia de San Miguel Arcángel, así como la ermita de El Niño, junto a su tradicional romería. Además, hay que resaltar el interés cultural de espacios musealizados, como el Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo o, recientemente, la Casa Pintada; espacios imprescindibles en el ámbito de la educación no formal para conocer y valorar la importancia social e histórica del municipio, baluartes para nuestro desarrollo turístico.
Junto a este rico legado monumental de carácter inmueble, es de destacar el patrimonio inmaterial e intangible, representado por la Noche de Los Tambores que, desde hace varios siglos, atrona la semana santa muleña.
Sin embargo, a pesar de su relevancia histórica y ambiental, el patrimonio relacionado con el uso del agua no tiene la importancia que merece. Todo ello, a pesar de que el paisaje de Mula y su huerta apenas se entendería sin la función que han jugado las construcciones hidráulicas. La importancia de este espacio queda recogida en numerosos documentos históricos, donde se ensalzaban las bondades de sus cultivos y sus producciones. Este aprovechamiento fue posible gracias a ingenios destinados a la captación, conducción y distribución del agua. Un entramado hidráulico que posibilitó el abastecimiento de agua a personas y cultivos durante siglos.
Varios azudes, sobre todo El Gallardo, y la Acequia Mayor, constituyen el eje vertebral de este edificio hidráulico. A resaltar el catálogo de partidores que servían para distribuir el agua a todo el espacio regable. Sobresalen, igualmente, en la arteria principal, los molinos de cubo que aprovechaban el fluir de las aguas para poner en marcha su maquinaria, uno de los conjuntos de arqueología hidráulica más importantes de la vertiente mediterránea.
Si la presa de La Contraparada (construcción declarada Bien de Interés Cultural) constituye el germen de la huerta en Murcia, El Gallardo lo es para huerta de Mula. La razón de ser de los muleños reside en el aprovechamiento de las aguas del río desde hace más de 10 siglos, mediante ingenios que hoy están sin ningún tipo de atención por parte de la administración local. Hoy en día, todas estas construcciones (salvo las que sigue utilizando la Comunidad de Regantes) están fuertemente amenazadas e, incluso, muchas están completamente en estado de ruina. El ajardinamiento de la huerta (con construcciones ilegales y la falta de un plan de protección del patrimonio hidráulico) ha abocado al olvido estas antiguas infraestructuras.
Hoy en día, además, tanto la población como las diferentes administraciones, apenas reflejan un interés por conservar, recuperar y poner en valor un patrimonio que da sentido al lugar en el que vivimos. Muchos canales de riego están aterrados en la actualidad, por no señalar numerosos tramos que fueron utilizados como desagües en la construcción o rehabilitación de viviendas en el casco urbano.
El patrimonio es un constructo social; es la sociedad quien determina la consideración de qué es patrimonio y que no. La población y sus regidores son quienes toman la decisión de qué conservar. Seleccionamos unos bienes con los que nos identificamos y, por diversas razones, obviamos otros con los que no nos representamos. Si atendemos a nuestras decisiones como colectivo, en las últimas décadas queda claro que para el pueblo de Mula y sus diferentes legisladores el patrimonio hidráulico no recibe la misma consideración que otras manifestaciones culturales, que simbolizan y representan, por razones obvias, el poder local existente durante siglos y que llega hasta nuestros días.
La huerta de Mula y su legado hidráulico constituyen un patrimonio cultural de indudable valor. Un paisaje milenario del agua, conformado por la labor de antiguas generaciones y que, desde estas líneas (no somos los únicos preocupados por la situación de este patrimonio), abogamos por su necesaria conservación, con el que poder identificarnos en la actualidad y poder trasladarlo a las próximas generaciones. La huerta constituye la despensa histórica de productos agrarios del pueblo, un modo de vida, de hacer y de proceder respecto al uso del agua. Bajo este interés histórico y patrimonial, este espacio aporta numerosos valores ambientales. Recuperar y mantener el funcionamiento de estas antiguas construcciones reflejaría el nivel cultural del pueblo. Además, ambientalmente, supone la conservación de un estilo y forma de vida, respetar el paisaje construido a lo largo del tiempo y aprovechar las reducidas lluvias que se dan en nuestro territorio.
A nuestro modo de ver, el patrimonio hidráulico de la huerta de Mula requiere, por lo menos, la misma atención que reciben otros bienes culturales, debido a su importancia histórica, social, ambiental y paisajística. Esta labor atañe a los regidores locales y al conjunto de la población, si queremos conservarlo y hacerlo llegar a las generaciones futuras. Estos son quienes, en el futuro, les corresponde decidir si lo consideran como patrimonio o no, pero deben tener la oportunidad de poder tomar dicha decisión, y no privarlos de un legado cultural que, hoy en día, apenas recibe atención. En la actualidad, no cabe duda, las construcciones tradicionales relacionadas con el uso del agua serían un atractivo turístico más, incorporándose al patrimonio cultural que ostenta la historia de Mula.
Jose A. López FernándezProfesor Universidad de Córdoba